Último día y medio de este intenso viaje en el que hemos aprovechado al máximo el tiempo. Salimos de Ljubliana prontito porque queremos visitar unas inmensas cuevas que hay a casi 45min en coche, las Cuevas Skocjan, Patrimonio de la Humanidad desde 1986. Unas increíbles grutas con unos 6km de pasajes subterráneos a más de 200metros de profundidad y con una inmensa cámara con 146 metros en su zona más alta… La verdad es que el precio de la entrada (16euros) es caro… pero es una experiencia alucinante por el interior de la tierra. Una vez sales, llegas a un desfiladero verde y frondoso del que subes a través de un teleférico.
Sin duda una visita muy recomendable en el suroeste del país…
Una vez visitadas estas cuevas, nos hemos dirigido hacía Piran, un bonito pueblo pesquero del estilo de Rovinj (Croacia), que visitamos el primer día. La intención era esa, porque antes de llegar a empezado a llover y llover… y llover y llover… vamos, que nos ha hecho un día de perros!!! Hemos comido en una buena trattoria, eso sí, con la ilusión de que la lluvia parara… pero no ha habido suerte!
Al final, viendo que no podíamos hacer nada y que la predicción era a peor, hemos decidido tomarnos un buen capuchino e ir a Trieste para buscar alojamiento allí y estar más cerca del aeropuerto.
Nos ha costado un poco encontrar alojamiento, no parece sencillo en Trieste y, además hemos visto algunos bastante lamentables… así que al final hemos encontrado una joyita, el Palazzo Panfilli, un genial alojamiento, amplio y elegante, y no lo hemos dudado. La lluvia seguía, así que hemos decidido descansar un rato y ir a cenar a un japonés muy correcto y nada caro que había en los alrededores….
Hoy el día no ha amanecido mucho mejor… pero aún hemos tenido suerte y hemos podido hacer las dos cosas que queríamos antes de dirigirnos al aeropuerto. Lo primero dar una vuelta por el centro de Trieste, con una piazza que merece un buen vistazo, laverdad…
…y posteriormente ir a la Risiera de San Sabba, un campo de concentración nazi que hubo aquí y que se ha convertido en un Museo de obligada visita para no olvidar las barbaridades que el hombre puede llegar a hacer… en tanto en cuanto seamos conscientes de estas atrocidades, seremos capaces de evitarlas…
Ya el pasillo de entrada te coloca en situación… lo que vas a conocer es crudo… duro… frío…
Su patio sobrecoge. Pensar que esto era un campo de exterminio con su crematorio te encoge el alma… al igual que las salas de las celdas.
Esta es conocida como la sala de las cruces, donde los presos esperaban para ser deportados a Dachau, Mauthausen o Auschwitz.
Todo sobrecoge. Te deja serio, sin palabra, con mal cuerpo. Es un mal trago muy constructivo, creo que conocer todas estas cosas te hace crecer y son necesarias. Es estúpido mirar hacia otro lado por que sea duro… más duro fue para todas las víctimas… Me llamó mucho la atención la carta a su familia de un preso a punto de ser ejecutado… es para coger aire.
Ha sido un final de viaje un poco extraño, la dureza de un museo como este debería de ser de visita obligada… pero no es fácil, claro que no. Qué sirva esto un poco de homenaje a estas pobres personas para que no se les olvide…
Después de esto no hemos tenido tiempo para más… era hora de coger el coche en dirección el aeropuerto, que está a algo más de media hora de Trieste, para ya volver a casa. Ha sido un viaje intenso, queríamos hacerlo tranquilo pero hemos acabado llevando un ritmo bastante alto, pero los lugares visitados han sido fantásticos. Plitvice sin duda ha sido la «joya de la corona» .. pero Ljubliana me ha parecido una maravilla, Rovinj un pueblo encantador, Zagreb una ciudad con encanto, Bled es como meterte dentro de una postal… en fin, muy contento. Aquí finaliza este viaje… y por tanto, empieza el próximo, que no sé dónde será… 🙂
Siguiendo a Ulises 