Llegamos por fin a la joya de la corona, a la maravillosa ciudad de Edinburgh y nos despertamos en un hostel encantador y con una inmejorable ubicación, a escasos metros del castillo, corazón y alma de esta ciudad que nació a sus pies. Decidimos dejar su visita para mañana, pues nos apetece patear y saborear las calles y el ambiente que se respira al haber venido en el Festival de Edinburgh, el Fringe, con un montón de actividades culturales, representaciones en las calles, música, humoristas…
Nosotros nos hemos enterado de que hay una feria internacional del libro y nos hemos acercado. La verdad es que nos ha encantado, montada alrededor de un parque en la que se respiraba un bonito ambiente. Con actividades para pequeños y adultos y autores que mantenían animadas charlas con los lectores que se les acercaban… Sin duda ha valido la pena.
Con el buen día que ha salido, una vez más, hemos decidido pasear por Princes Street y sus preciosos jardines. Esta enorme calle comercial y los jardines son una gozada con vistas al castillo y a todo el perfil de la Od Town.
Esta llena de bancos, césped, flores y monumentos conmemorativos…y la gente disfruta mucho toda esta preciosa zona verde en días soleados como el de hoy.
Nosotros también lo hemos hecho, incluso hemos decidido comer estilo picnic, tirados por la zona verde y tomando un poco el sol al lado de la Scottish National Gallery, lugar interesante para visitar con tiempo que además es gratuito.
Si hay una cosa que destaca en esta calle es, sin duda, el enorme Monumento al conocido escritor Walter Scott, construido tras su muerte en 1832, y que la preside solemnemente.
…y en un lugar tan típico, no faltaba el gaitero amenizando la mañana, claro. 🙂
La zona da para mucho, así que nosotros nos lo hemos tomado con calma y hemos disfrutado de ella toda la mañana.
Pero ya después de comer nos ha apetecido dirigirnos a la verdadera arteria central de la ciudad, la Royal Mile! Esta es la calle principal de la Old Town que empieza en el castillo y llega hasta el palacio de Holyroodhouse. Mide una milla escocesa y el rey la utilizaba en el S.XVI para desplazarse de una punta a otra, de ahí su nombre.
En ella hay infinidad de edificios históricos preciosos. No vale la pena hacer aquí una lista de estos preciosos lugares, pero si que nombraré por ejemplo la bonita catedral de St. Gilles, del S.XIV, que esta a mitad de la la calle y merece una tranquila visita.
El ambiente de las calles está inundado de la vida del festival, mezclando infinidad de actividades con el precioso entorno de la ciudad y, en particular de esta milla real.
A pesar de la cantidad de gente, no se respira para nada un ambiente agotador y agobiante… no. Más bien se respira alegría y buen rollo con gente acercándose y curioseando por todos lados… a parte de comer, claro. 🙂
La tarde se nos ha pasado volando, eso sí, hemos tenido tiempo de hacernos alguna cervecita escocesa, y hemos entrado en este pintoresco pub, el Scotsman´s Lounge.
Para redondear el día, hemos pensado que podíamos ir a una actuación de las muuuchas que ofrece el festival… así que nos hemos acercado al mostrador donde se venden entradas de última hora a mitad de precio y hemos aprovechado. Hemos elegido un monólogo cómico y la verdad es que nos ha gustado mucho.
Por cierto, casualmente hemos encontrado una bonita escultura del gran Sherlock… conmemorando el lugar de nacimiento de Conan Doyle.
Así hemos acabado este día con los pies doloridos pero muy satisfechos y contentos de descubrir esta encantadora ciudad. Mañana último día que dedicaremos primordialmente a visitar el castillo… el viajecito se va acabando…