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Archive for 10 de abril de 2012

Después de desayunar nos hemos decidido a salir a callejear mucho sin un objetivo demasiado definido. Eso si, en dirección al Danubio.

Nos hemos encontrado las calles bastante vacías, en las que se veían más turistas que otra cosa, debido a que hoy lunes de Pascua es fiesta en todo el país y prácticamente todo estaba cerrado… y aquí incluimos museos, restaurantes, tiendas, bares… casi todo.

Por tanto la sensación ha sido de una ciudad tranquila, claro. El hotel lo tenemos muy bien situado, justo al lado de la Opera, y de allí en apenas 5 minutos ya veíamos la espectacular cúpula de la Basílica de San Esteban.

Hemos decidido entrar y la verdad es que vale la pena, con un interior lleno de dorados muy llamativos. Queríamos subir a la cúpula pero había mucha cola y hemos preferido dejarlo para otro día. Parece que las vistas son espectaculares, así que tenemos intención de hacerlo.

 

De allí, directos en busca del río, donde hemos dado de lleno con el famoso y bonito Puente de las Cadenas, el más antiguo de la ciudad, el cual hemos cruzado con la admiración del primer contacto con el Danubio.

La inmensidad del río, junto con las vistas de las colinas de Buda por un lado, con el castillo y la ciudadela, y el otro con el precioso Parlamento destacando sobre todo lo demás es una postal para saborear tranquilamente, sin prisas. Y eso es lo que hemos hecho. Hemos decidido seguir la orilla del río tranquilamente, disfrutando del paseo y de las vistas hasta el siguiente puente. El día, fresquito pero soleado, desde luego ha acompañado, así que sin darnos cuenta llevabamos ya horas andando.

Lo malo ha sido para comer, no hemos encontrado casi nada abierto, así que hemos matado el hambre con cualquier cosa y después nos hemos acercado al Parlamento. Allí, en un parquecito donde la gente disfrutaba del solecito, hemos descansado y… ¡casi nos hemos dormido!

Los pies ya se quejaban, pero tras descansar aún hemos tenido fuerzas para seguir callejeando pasando por el monumento al ejército soviético, la estatua de Imre Nagy (primer ministro ejecutado tras el levantamiento de 1956)… y un montos más, pues la ciudad está repleta de monumentos y estatuas conmemorativas.

Se puede decir que no hemos parado de andar. Finalmente hemos hecho un último esfuerzo para llegar al hotel y descansar un poco nuestros doloridos pies. Eso si, de camino hemos encontrado un curioso y gracioso banco-piano en conmemoración a Liszt.

La sensación que nos ha quedado ha sido de una bonita ciudad con mucho encanto, asequible para pasear y perderse, pues tiene muchas cosas pero la mayoría están cerca unas de otras. Veremos mañana, con todo abierto, si esta tranquilidad que hemos respirado deja de ser tal…

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