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Posts Tagged ‘bungalow’

La vida en Gili Trawangan es fácil. Es una pequeña isla, aunque sea la más grande del grupo de tres, en la que tooodo el turismo está en un lado, distribuido de norte a sur, en primera linea de playa.

 

Nuestro maravilloso bungalow, a escasos 20 metros de agua, y que da a la calle-paseo principal,está siendo un lugar perfecto para disfrutar de nuestra estancia aquí.

Vamos, que no se puede decir que estemos sufriendo, lo que se dice sufriendo mucho…

 

Ayer el día empezó con un buen desayuno en nuestra terracita-porche. Allí, relajada y sin ningún tipo de pudor o miedo, nos encontramos descansando, a la buena de nuestra vecina felina.

Tras disfrutar, como debe ser en el mes de Ramadán,  del “armonioso canto de nuestro vecino el muezín” (vaya tela lo afónico que está, como el ramadán se alargue mucho no va a poder hablar en un mes…), salimos directos a dar un paseo por la playa.

Nuestro objetivo era claro: pasar el mayor número de horas posibles tumbados a la bartola, dedicándonos a la vida contemplativa, y pusimos todo nuestro empeño en ello. Eso sí, como se nos secaba la garganta por las altas temperaturas, tuvimos que ir refrescándola periódicamente.

Eso si, para no pasarnos todo el día tumbados, de vez en cuando nos acercábamos a la playa a darnos un bañito…

Y en una de esas, Teresa se calentó y disfrutó recibiendo fotos “a lo Ana Obregón”.

 

En fin, un día memorable que rematamos a la hora de cenar acercándonos a una fantástico restaurante de los muchos que ofrecen pescado fresco a la brasa, donde lo dimos todo con media docena de gambas de un palmo (no sabemos cómo pueden crecer gambas tan grandes aquí…), un filete de dos dedos de atún rojo fresquísimo y un maravilloso filete de pez mantequilla con el que casi nos ponemos a llorar.

 

 

 

Esto básicamente fue nuestro día de ayer. Hoy en cambio hemos sacado nuestra vena deportiva y hemos cogido una barquita que durante cinco horas nos ha llevado a hacer snorkling a varios lugares alrededor de las tres islas Gili.

No podemos decir que Teresa se haya  sentido como popularmente se dice… «como pez en el agua». Su iniciación no ha sido muy sencilla, y tras en primer baño más bien parecía un gato nervioso cuando toca un pequeño charco. En fin, no vamos a exagerar. Pero la verdad es que, de momento, Teresa se ha iniciado en una actividad para ella difícil. No daremos más detalles…

 

 

 

La verdad es que la actividad no ha estado mal. Hemos visto coral, pececillos de varios colores, e incluso alguna tortuga. Pero se nota que es una zona en regeneración desde el tsunami, y aún tiene mucho que mejorar.

 

 

 

 

 

 

 

Una vez hemos vuelto, tras descansar un poquito, hemos paseado por el pequeño pueblo de la isla. La verdad es que es otro mundo. La costa llena de restaurantes y de zonas para turistas, perfectamente cuidadas, y a escasos 100 metros hacia el interior aparecen las calles de un pequeño pueblo de no más de 150 habitantes originarios de aquí, llenos de animales de granja y muy sucias. Son como dos mundos. Eso sí, se ve la alegría de las familias y los niños jugando por las calles.

 

 

Justo antes del atardecer hemos vuelto a la playa para dar nuestro último paseo, pues mañana por la mañana ya partimos.

Y como no podía ser menos, el olor de las barbacoas de pescado fresco nos ha obligado a volver al restaurante Scallywag’s, en el que cenamos anoche.

Hoy hemos decidido comernos un maravilloso pescado rojo de un kilo (se llama red snapper, pero no sabemos cómo se llama en castellano) y las riquísimas gambas gigantes de rigor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hemos cenado a escasos metros del mar, disfrutando de la espectacular luna llena que hoy nos acompañaba. Un bonito detalle para acabar nuestros días en Gili…

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Y estamos en Gili. Hemos madrugado mucho para salir de Kuta a las 6:30 y entre el camino del taxi y el bote rápido llegábamos a las 11. La verdad es que el viaje ha sido tranquilo y sin darnos cuenta estábamos en una barca verde muy rápida que nos ha dejado en la playa de Gili.

Las Islas Gili son tres, y nosotros hemos decidido ir a la que tiene más ambiente, más movimiento, que es Gili Trawangán. Aunque la verdad es que al llegar tampoco nos ha parecido que estuviera muy masificada.

Encontrar hotel ha sido más fácil de lo que creíamos, de hecho mientras íbamos con las mochilas nos iban ofreciendo habitaciones. Hemos tenido suerte cogiendo un bungalow en primera línea de playa a un buen precio.

Así que contentos y felices hemos dejado los trastos, nos hemos puesto los bañadores y hemos ido a pasear por la playa, una preciosísima playa de arena casi blanca con unos maravillosos tonos azules de agua. Lo que vemos en la tele como playa paradisíaca.

Mientras caminábamos oíamos la llamada del azul turquesa del agua, por lo que no hemos podido esperar a darnos el primer baño.

El agua estaba buenísima y la imagen de reportaje amarillo.

 

Eso sí, mientras yo alargaba el baño Teresa no ha perdido la oportunidad de tomar el sol un ratito.

 

Las referencias que teníamos de estas islas eran contradictorias. Por un lado, había gente que hablaba mal por el turismo y para otros debía ser una parada obligatoria en nuestro viaje. Después de pasar aquí el primer día nosotros nos colocamos en este segundo grupo, ya que aún estamos alucinando con la belleza de la playa a lo que se le une una maravillosa vista en el horizonte de los volcanes de la isla de Lombok.

A veces, huyendo de los lugares turísticos que creemos masificados y sin encanto, nos perdemos maravillas que bien valen la pena visitar… aunque solo sea unos días.

Hemos comido en un bonito restaurante a pie de arena con unas bonitas vistas. Y después hemos buscado una buena sombra para relajarnos y leer un rato.

 

Más tarde hemos visto algunos pececillos con las gafas y el tubo y, ya con la aparición de las primeras sombras y sin que el sol estuviera tan violento, nos hemos bebido el agua de un coco, aunque a Teresa no le ha gustado demasiado. Eso si, en la foto ella está muuuucho más guapa que yo…


Los días aquí se plantean relajados y tranquilos, exceptuando por el horrible cantar afónico y agónico (tienen todo nuestro respeto pero cantan, o mejor dicho, recitan fatal), del muezín de la mezquita de al lado. ¡Qué horror! No queremos ni imaginar cuando mañana prontito, mientras estemos plácidamente dormidos, realice su canto al alba… uuufff…

 

 

Por cierto, en la entrada a nuestro bungalow nos hemos encontrado a un inquilino minino que ha decidido pasar las horas de calor relajadamente a la sombra de nuestro porche…

 

Aquí os dejamos su fotito relajado, aunque no tiene comparación con la preciosa (aunque demoniete…) gatita Li (apreciación de Teresa comparándola con su gata, claro. 😉

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